Frederlin Castro / @fr3djcd

El 9 de abril, Joe Musgrove de los Padres de San Diego lanzó el primer juego sin hits de la franquicia. Fue casi perfecto contra los Rangers, con un pelotazo propinado en la cuarta entrada que fue el único corredor que permitió.

Cinco días después Carlos Rodón, un lanzador que los Medias Blancas de Chicago dejaron sin contrato antes de volver a firmarlo esta temporada baja, lanzó casi de forma perfecta en el segundo juego sin hits de la temporada, golpeando a Roberto Pérez de los Indios de Cleveland en la parte de atrás del pie en un lanzamiento en conteo de 0-2 con un out en la novena entrada.

El 5 de mayo John Means, que nunca había lanzado más de siete entradas en 43 aperturas en su carrera, estuvo aún más cerca de la perfección para los Orioles de Baltimore en un juego sin hits contra los Marineros. El único corredor que se embasó fue mediante un lanzamiento descontrolado tras un ponche, lo que convierte a Means en el único lanzador en la historia de la MLB en perder un juego perfecto en ese escenario. Means ponchó a 12 y no estuvo cerca de permitir un hit.

Dos días después, Wade Miley de los Rojos de Cincinati consiguió el cuarto juego sin hits del 2021, y el segundo contra Cleveland. Permitió solo dos corredores, una caminata y un error.

Algunas claves:

Los lanzadores están mejores que nunca. La velocidad del lanzador ha aumentado gradualmente a lo largo de la historia de las Grandes Ligas, pero creo que hay tres puntos de inflexión importantes.

Los lanzadores no solo lanzan más fuerte, sino que lanzan de manera diferente, haciendo más lanzamientos rompientes.

Los bateadores también tienen la culpa. Los bateadores van al plato concentrándose en una cosa y solo en una cosa. Están teniendo dificultades para hacer ajustes durante el juego, por lo que a medida que el encuentro avanza y no conectan ningún golpe, la presión se vuelve intensa y no tienen la capacidad de hacer cambios de swing para afectar el intento de poner la pelota en juego de manera constante.

Finalmente está el asunto de los cambios en pelota que tal vez estén ayudando a los lanzadores a agregar aún más movimiento a su material rompiente, haciendo que el bateo sea aún más difícil.

Source: Meridiano