¿Hablas con tu mascota? No es tonto, es un signo de inteligencia, según estudio

¿Hablas con tu mascota? No es tonto, es un signo de inteligencia, según estudio

«Buen chico», «¿quieres salir a pasear?», «¿tienes hambre?», «¿por qué me miras con esa cara?», pueden ser algunas de las varias frases que le digas a tu mascota en todo el día. Algunas personas podrán pensar que eres rara, pero tú no lo haces aguardando una respuesta; tu mascota y tú se entienden perfectamente. O eso crees.
Tu tendencia a hablar con las mascotas u otros animales, o con plantas y objetos inanimados, no es un signo de estupidez: más bien demuestra que eres humana e inteligente. Esto es así porque los humanos tendemos a dar características humanas a todo lo que nos rodea, en un proceso conocido como antropomorfización.
Les hablas porque los ves como otros humanos
La antropomorfización es una idea que aparece en los humanos a muy temprana edad, que vemos en los niños y en ellos nos parece tierno y un poco raro, sí, pero en realidad es algo propio y único de la naturaleza humana. Por ejemplo, cuando vemos caras en objetos, en un fenómeno conocido como pareidolia, empatizamos con sus «expresiones» al reconocerlas. Esto se debe a la naturaleza amigable del ser humano, que le permitió unirse en grupos grandes desde la prehistoria.
PsychCentral explica que la investigación en neurociencia ha demostrado que las mismas regiones cerebrales se activan al pensar en el comportamiento tanto de humanos como de entidades no humanas; el cerebro usa procesos similares para tratar a los demás como humanos, lo sean o no.
Antropomorfizar, se ha demostrado, tiene importantes consecuencias. Al pensar en los otros como iguales, aunque sean de otra especie, podemos tener una mayor empatía hacia ellos. Pensar en una entidad no humana como si lo fuera la transforma en algo que merece cuidado y consideración dentro de la moralidad humana. En el proceso contrario, la deshumanización, se quita a determinadas personas sus características humanas, se los califica de animales, y la sociedad avala un trato distinto para este tipo de personas, como ha pasado con muchos grupos oprimidos a través de la historia.
Si bien nombrar animales, plantas u objetos es la forma más común de verlos como humanos, también lo es atribuirles características humanas: tener buen comportamiento, ofenderse o estar contento de verte son solo emociones humanas aplicadas a un perro, cuyas emociones son más complejas y no tenemos mecanismos para entender. Antropomorfizarlo significa también simplificar su sentir y su accionar para comprenderlo desde nuestro punto de vista.
Poner nombre a un perro o un gato también nos hace más fácil la comunicación al referirnos a él o llamarlo. Pero ellos no son los únicos no humanos que reciben nombres: se ha demostrado que, desde que los huracanes y las tormentas llevan nombres reconocibles, la comunicación en torno a ellos se ha vuelto más ágil, facilitando la difusión de alertas para mejorar la preparación pública, los reportes de los medios de comunicación, entre otros, según la Organización Meteorológica Mundial.
Nuestros cerebros tienen la tendencia a antropomorfizar y muestran signos de confusión cuando un objeto inanimado tiene cara. Si, por ejemplo, le pusieras ojos de plástico a tu tostadora, tendrías el impulso subconsciente de hablarle, logrando confundir a tu cerebro. Esta es solo una razón por la que damos características humanas a un objeto. Otras, nos llama la atención su comportamiento o simplemente queremos ser amigos de la entidad. Muchas personas, por ejemplo, se encariñan con sus vehículos.
Nuestras mascotas tienen diferentes emociones
Si bien varios animales (y, para cada uno, el suyo) han podido conquistarnos y a veces tenemos la sensación de que entienden lo que nos sucede, lo que hicieron mal o lo que les pedimos que hagan, hay muchas diferencias entre nuestra interpretación y lo que de verdad sucede.
Un ejemplo que lo demuestra claramente es que los gatos cierran los ojos cuando están en compañía de alguien querido y de confianza. Si no desean cerrarlos del todo, los dejan levemente entrecerrados. Por eso a veces te parece que te está mirando con mala cara… En realidad, te está diciendo que te quiere.
Algunos animales han demostrado manejar el lenguaje humano con propiedad: los perros, por ejemplo, entienden y diferencian comandos a la perfección. Un ejemplo más avanzado es Koko, la gorila que aprendió a comunicarse con lengua de señas. Sin embargo, los comandos que cualquier animal pueda interpretar no están cerca del pensamiento abstracto al que es capaz de llegar el humano, expandir sobre la misma idea en un plano más filosófico.
«Otros animales son más complejos que si fueran manejados puramente por su instinto, pero estoy muy cómoda con la explicación de que no necesitan razonamiento abstracto para ejecutar sus complicadas conductas», dice Holly Dunsworth, antropóloga de la Universidad de Rhode Island, para The Guardian. «Podemos explicar su conducta de manera separada de la forma de pensar humana.»
Patricia Ganea, psicóloga de la Universidad de Toronto, también dio su opinión al respecto y dijo que, a pesar de que antropomorfizar animales no humanos traiga sus beneficios, como un mayor respeto por los animales que son maltratados, también puede haber algunas desventajas. «La antropomorfización puede derivar en una interpretación inexacta de los procesos biológicos del mundo natural. También puede llevar a conductas inapropiadas hacia animales salvajes, como tratar de adoptar un animal salvaje como una “mascota” o interpretar mal las acciones de un animal salvaje.»
De todos modos, hablarles a tus mascotas no tiene ninguna desventaja para ellos. Es más, los ayuda a conocerte: a través de la exposición a tu voz aprenden a reconocer tus comandos y tus expresiones (aunque a los gatos les cueste un poco más).
Fuente: Vix
EA
Tags: mascotasPsicologíaCategoria: Ciencia y Tecnología
Source: Informe 21

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