Irrumpe en España el primer banco de flora intestinal

Irrumpe en España el primer banco de flora intestinal

Andrés recuperó su vida hace un par de meses. Llevaba ocho con fuertes dolores abdominales e, incluso, tuvieron que ingresarle en el hospital en varias ocasiones. La infección que había contraído por la bacteria Clostridium difficile estuvo a punto de acabar con su vida si no fuera por su el trasplante fecal que le practicaron. La efectividad de las heces para resolver esta situación resulta tan chirriante como efectiva. Sin embargo, su principal hándicap fue encontrar a un donante: su mujer y su hija fueron descartadas al padecer la enfermedad de Crohn, por lo que la intervención se demoró bastante en el tiempo. “No podía más. Había días que iba al baño hasta 20 veces”, señala este hombre de 47 años. Una situación muy desesperante que no siempre responde a la acción de los antibióticos. Y cuando esto ocurre, el material fecal deja de ser un mero desperdicio para convertirse en el mejor tratamiento.

Su búsqueda se alargó bastante hasta que confirmaron que su amigo Pablo podría ayudarle, lo que retrasó el tratamiento y prolongó su agonía. De ahí la importancia de contar con un banco de heces. En España, existen dos: en el Hospital Bellvitge de Hospitalet de Llobregat y en el Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, pero a diferencia de Estados Unidos y de Holanda, son sólo de uso interno y con finalidad asistencial. Es por ello que la iniciativa de Microviable Therapeutics, una “start up” del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA-CSIC), ha llamado tanto la atención. Desde principios de septiembre, ofrecen congelar y almacenar la flora intestinal durante años para curar enfermedades del futuro. Algo que, en el caso de Andrés, le hubiera acortado su patología. “Conservar la microbiota le permitirá tener una especie de copia de seguridad que, debidamente cuidada, puede utilizarse para restablecerla en el caso de que se vea dañada. Así, cualquier paciente podrá beneficiarse de los avances científicos que se vayan a producir en este campo durante los próximos años”, apunta Rafael Martínez, director ejecutivo de la empresa, cuyo servicio cuesta 400 euros. O dicho con otras palabras: facilitará los autotrasplantes de la propia microbiota para tratar dolencias venideras.

Esta iniciativa permitirá desarrollar, entre otras cosas, probióticos a medida con los propios microorganismos del individuo. “Sabemos que algunos de los que producen ácido butírico disminuyen sus niveles en enfermedades de componente inflamatorio crónico, como la colitis ulcerosa. De esta forma, si se pierde alguna de estas poblaciones en el futuro, será posible recuperarlas y reimplantarlas a partir de los propios microbios de esa persona”, añade Martínez. Además, se podrán recuperar cepas y especies que, por ejemplo, determinan que una quimioterapia sea o no efectiva, como es el caso de la Akkermansia muciniphila. “Nuestros hábitos de vida conllevan la pérdida de gran parte de la diversidad microbiana y, en el caso de que alguien no conserve en su microbiota especies relevantes como ésta, siempre podrá recuperarlas a partir de la muestra inicial que ya se ha guardado previamente”.

La clave de este proceso es recoger las heces cuando el sujeto aún está sano, extraer la microbiota en condiciones de aenaerobiosis (sin oxígeno) y conservarla congelada a la espera de que el individuo la pueda necesitar. De esta forma, los trasplantes no se tendrán que hacer a partir de los restos fecales, como hasta ahora, sino directamente con muestras de la flora intestinal. “Aislar y almacenar la microbiota viable permite llevar a cabo el desarrollo de una nueva generación de bioterapéuticos para el tratamiento de diversas patologías. Ahora mismo, este proyecto está en fase preclínica, lo que quiere decir que se está ensayando para confirmar que resulta segura su administración en humanos”, mantiene Ana Zugasti, médico especialista en Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN). Por el momento, 50 personas ya han contratado estos servicios: unos son donantes sanos para la investigación y otros son particulares para fines médicos. Para cada uno de ellos se recomienda guardarla en edad adulta, que es cuando la microbiota está completamente consolidada y, siempre y cuando, la persona no haya tenido ninguna enfermedad o tratamiento médico.

Source: A tu salud

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